Saturday, November 22, 2014

Experimento




Muy estimado Roberto:

Disculpa que te moleste a estas horas de la noche, pero eres el único a quien puedo recurrir para que me ayude en este asunto. Tengo hasta el mediodía de mañana para tomar una decisión. No te quitaré más tiempo:
Su nombre es Luis Peralta, tiene cincuenta y dos años, soltero, y es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Tremalia. Hemos revisado su historial y está limpio. 
A continuación transcribo parte de su defensa:

"Buenas tardes, damas y caballeros, honorables miembros del jurado, su señoría. 
A lo largo de nuestra historia, la comunidad científica se ha caracterizado por encargarse de develar y de conocer las grandes verdades del universo. Sabemos que tan noble, importante y venerable empresa requiere de que nosotros, los científicos, realicemos nuestro quehacer con el mayor rigor y profesionalismo posible. Asimismo, estamos ciertos de que únicamente  mediante una adecuada experimentación es que podemos llegar a saber realmente la verdad [...]
Quiero manifestar que lo que ustedes pudieron presenciar el día de ayer no fue otra cosa más que el producto de mi trabajo: un experimento. Por ello, yo les pregunto, ¿debe alguien castigar a aquél que únicamente se dedica a llevar a cabo correctamente tan noble actividad? 
Sé que por la relevancia de la persona involucrada pudiera suceder que la atención se desviase y se concentrase únicamente en la forma y no en el fondo.
Permítanme explicar cómo fue que todo sucedió para que conste correctamente en mi expediente y que el mundo conozca los resultados, ahora que ya ha sido eliminado el video:
Dos días antes de que el señor presidente electo fuese a tomar posesión de su encargo en el Recinto del Pueblo, logré convencer a distintos miembros de su cuerpo de seguridad de que colaboraran con la realización del experimento.
Así, veinticuatro horas previas a la toma de protesta, siguiendo mis instrucciones, llevaron al futuro timonel a mi vieja bodega. Lo ataron fuertemente a una silla y le quitaron la venda de los ojos. Inmediatamente después comencé a explicarle la mecánica a través de un micrófono y unas bocinas que previamente había instalado en el cuarto. Le dije: 'Bien, futuro señor presidente, en unos momentos más se acercará a su lugar uno de mis colaboradores para desatarlo; está armado, así que le sugiero que no intente hacer algo irracional. De igual manera, he programado un arma que se accionará de manera automática con cualquier indicio de falta de cooperación por su parte; por tanto, repito, no intente hacer algo irracional.
Mi nombre es Luis Peralta y soy investigador nivel Alpha en el departamento de Ciencia Política de la Universidad de Tremalia. Lo siguiente solamente se trata de un experimento con estricto carácter científico. 
Como puede observar, en la mesa enfrente de usted se encuentra una pistola que está cargada con una bala, y junto a la pared, dos bultos negros. Debajo de cada bulto se  encuentran dos personas igualmente atadas a una silla y vendadas de ojos y boca. La persona que se ubica a su lado izquierdo es una mujer que atrapamos al azar en una plaza, la de su lado derecho es su esposa. Si usted desea salir con vida de este lugar, tendrá que asesinar a una de ellas. Tome todo el tiempo que considere usted necesario'.
Tan pronto como hube dicho eso, mi colaborador se acercó a él y, reiterándole la advertencia que yo había hecho, lentamente lo desató y retiró la venda de su boca.
Después de algunos minutos de improperios y vituperios contra mi persona, el mandatario se levantó de la silla y sujetó la pistola con su mano derecha. Llevó firmemente su brazo al frente y apuntó hacia su lado izquierdo, hacia la mujer de la plaza. Tomé nota de ello y, antes de que pudiera disparar, dije: 'Debo informarle que en este cuarto se encuentran cuatro cámaras instaladas en cada esquina, grabando y transmitiendo en vivo la presente sesión. Asimismo, le ruego que permanezca en silencio durante la realización del experimento'.
Al escucharme, me dijo que yo era un demente y un imbécil, se sentó nuevamente en la silla, deshizo el nudo de su corbata, desabotonó su camisa, y observó fijamente la pistola. El ahora presidente sólo miraba hacia las cámaras e inhalaba y exhalaba con rapidez, mientras el sudor escurría por su frente.  Finalmente, tras unos minutos, se puso de pie, llevó la pistola al frente, apuntó y disparó...
Así, damas y caballeros, honorables miembros del jurado, su señoría, fue como el pueblo de Tremalia perdió aquel día a su primera dama [...]"

Espero tu pronta respuesta. Gracias.

Atte. 
A. Schwarz 

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